Hola a todos:
Del 18 al 25 de enero se celebra la
Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos en esta ocasión bajo el lema:
«Nos mostraron una humanidad poco común» (Cf. Hch 28, 2)
«Un relato de gran
actualidad- afirman los obispos-, si pensamos en las travesías de los
emigrantes y refugiados en busca de puerto seguro en el Mediterráneo. Miles de
ellos huyen de sus países de origen perseguidos por su fe o sus ideas. El
relato contrastado con la realidad de cada día es una fuerte llamada a la
unidad de acción de todos los cristianos, para que tratemos con solícita
humanidad a cuantos nos piden ayuda. Los países de los que proceden los
emigrantes padecen males sociales y desórdenes que les obligan a buscar unas
condiciones de vida mejor entre nosotros. Es necesario ayudar a los países que
los emigrantes abandonan, promoviendo en ellos el respeto a los derechos
humanos, la libertad religiosa y el bienestar social que ahora no pueden
legítimamente ofrecer a cuantos se ven obligados a emigrar».
Los Obispos de la Comisión Episcopal de
Relaciones Interconfesionales recuerdan en su mensaje con este motivo que “la
tradicional Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos nos devuelve a
una realidad que olvidamos con demasiada frecuencia: que los cristianos estamos
lejos de la unidad que Cristo quiso para su Iglesia. Este año el Octavario se
inspira en la narración de la terrible tempestad que padecieron los pasajeros
de la nave que llevaba a san Pablo a Roma con algunos prisioneros más
custodiado junto por soldados, al frente de los cuales el centurión romano de
nombre Julio. El Apóstol había apelado al tribunal del César y tenía que acudir
a Roma, surcando el Mediterráneo desde Cesarea Marítima, en tierras de Palestina.
Durante la travesía se desencadenó una fuerte tempestad que duró más de dos
semanas y que los arrastró hasta la ensenada de una playa donde encallaron.
Habían llegado a Malta sin haber comido durante este tiempo y sin ropas,
después de haber lanzado al mar cuanto llevaban para aligerar el peso de la
nave, expuestos al vendaval y a la tempestad.
Si las divisiones no pueden anular el
bautismo válidamente administrado por las Iglesias y comunidades eclesiales, el
Octavario nos invita a la oración que ilumine nuestro conocimiento del misterio
de Cristo, del cual hemos sido hechos partícipes por el mismo bautismo. No hay
otro punto de partida para reconstruir la unidad visible de la Iglesia y
alcanzar la meta de la misma Eucaristía. Hemos andado un largo trecho hacia la
recomposición de la unidad perdida y anhelada, pero, acosados por la tempestad
de una cultura contraria al Evangelio, aún no hemos soltado la carga que impide
que la nave se sostenga sobre las aguas altivas de una sociedad relativista y
la indiferencia ante la proclamación del mensaje evangélico.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario